Cuento: El origen de la Tierra
— ¿Sabes con qué Gusuno creó la Tierra?
— No.
Gusuno vio que si bien el hombre tenía dinero y medios para cubrir sus
necesidades, no tenía un lugar donde depositarlo, la creación no estaba completa.
De la misma manera se percató que todo lo que había ido creando disperso por
el universo entero, no tenía un lugar estable y firme. Allí faltaba orden, por eso
un día Gusuno dijo:
— Tengo que crear la tierra.
Lo que es hoy la tierra antes era agua. El agua estaba por todas partes, no se
veía nada más que agua y en el agua Gusuno no podía dejar todas las cosas
que había creado. Hacía falta un lugar sólido que tuviese estabilidad, que no se
hundiera. Gusuno decidió crear la tierra, pero ¿dónde la iba a colocar? no podía
ponerla sobre el agua, no tendría consistencia. Había que crear otra cosa.
— Tendré que colocar la tierra fuera del agua, se dijo el señor del universo. Todo
lo que pertenezca al agua, que se quede con el agua y todo lo que he creado
y anda desperdigado por los cuatro puntos cardinales, tendrá un lugar sólido
donde pueda permanecer sin peligro a ser arrastrado o pulular por los espacios
sin rumbo fijo.
Para hacer este trabajo, lo primero que se le ocurrió al creador fue enviar a un
mensajero para que extendiese la tierra sobre el agua. Y así lo hizo, pero cuando
hubo terminado su trabajo se dieron cuenta de que la tierra no tenía demasiada
consistencia y el agua podía desmoronarla o disolverla en el momento menos
pensado. El mensajero fue a ver a Gusuno y se lo explicó:
— La tierra que hemos hecho no es sólida, no es lo bastante firme como para
sostener sobre ella a los hombres, animales y a todo lo que has creado.
Entonces el creador dijo:
— Vete otra vez allí de donde vienes y diles a todos los seres que he creado que
se reúnan en un rincón apartado donde puedan estar seguros. Que no se muevan
de ahí hasta que se les avise y que si oyen ruido, que no se preocupen, que no
tengan miedo. De todas formas tú te quedarás con ellos para tranquilizarlos,
mientras yo hago lo que tengo que hacer.
El mensajero volvió sobre la tierra recién creada y las aguas. Reunió en un rincón
apartado a todos los seres que Gusuno había creado y después le dijo:
— Ya he hecho lo que me dijiste.
Gusuno respondió:
— Muy bien, vuelve con ellos y quédate ahí para que no se asusten. Permanece
con ellos hasta que yo te diga.
Todos los seres del universo se reunieron alrededor del mensajero de Gusuno en
un lugar apartado y desde allí vieron cómo caía desde el cielo unos objetos de
grandes dimensiones y que hacían un ruido ensordecedor:
— ¡Ketem! ¡ketem! ¡ketem!. Temblaban de miedo porque creían que aquello era
el final de sus vidas y de todo lo que Gusuno había creado.
— No tengáis miedo, no os preocupéis. Es nuestro creador que está trabajando
y ordenando el universo. Ya me ha prevenido de ello y me ha asegurado que a
vosotros no os pasará nada, les animaba el mensajero.
Vieron cómo caían del cielo rocas de todos los colores: rojas, blancas, amarillas,
grises...y de dimensiones que alcanzaban hasta los puntos más alejados del
universo formando montañas en algunos lugares, en otros las piedras caían unas
sobre otras y se rompían en trocitos pequeños, en otros las rocas penetraban en
la tierra que había extendido anteriormente el mensajero de Gusuno.
Gusuno observó detenidamente todo lo que había hecho y se quedó satisfecho
porque le pareció que estaba muy bien, que ahora la tierra estaba firme y segura.
Faltaba un detalle para prevenir el desgaste y la vejez de la tierra y por eso creó
los árboles, bosques enteros de árboles gigantescos para que el agua no pudiese
destruir las montañas con el paso del tiempo ni socavar todo lo que Gusuno
había puesto sobre la tierra.
Es la razón por la que nuestro creador separó completamente lo que pertenece
al agua de lo que pertenece a la tierra.
Y aquí termina mi cuento.
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